Cuestionario Chamfort: Elías Moro


El Aforista somete a los aforistas españoles al Cuestionario Chamfort, un listado cerrado de preguntas sobre la escritura más breve, con el propósito de cartografiar un mapa más o menos minucioso del estado del género actualmente en España. En esta ocasión, es el escritor Elías Moro (Madrid, 1959) quien nos pone al tanto de sus relaciones con el género aforístico.

1. ¿Recuerda cuándo empezó a escribir aforismos de una forma consciente, es decir, comprometido con el género en cuanto autor?

No sabría precisar una fecha, pero haciendo memoria yo diría que hará unos quince años, cuando empecé el acopio, acarreo y reposo de los materiales que acabarían dando forma al dietario El juego de la taba. En sus páginas pueden espigarse los primeros textos de ese cariz que considero como tales. Sí es cierto que desde entonces los aforismos nunca han estado ausentes en lo que he ido escribiendo y que, en los últimos tiempos, su redacción se ha incrementado de manera significativa.

2. ¿Cuál es su método de creación y composición de aforismos? ¿Los corrige de forma concienzuda, o prefiere respetar la primera intuición?

Reflexión tras la intuición y corrección de su escritura tras un razonable decantamiento me parecen los pasos imprescindibles para dar forma a un buen aforismo. Y así y todo, uno nunca está seguro de haber dicho de la mejor manera aquello que quería decir.

3. ¿Cuáles son sus aforistas de cabecera?

Mencionaré al polaco Lec, al colombiano Gómez Dávila y, entre los actuales cultivadores del género, a nuestro paisano Ramón Eder. Pero igual podría citar a Pessoa, a Edmundo de Ory, a Max Aub, a Lichtenberg, a Kraus o Cioran… Autores, entre otros, que he leído con verdadero placer y me gustaría pensar que también con cierto provecho.

4. Dígame su aforismo favorito, aquel que envidia no haber escrito usted.

Esta respuesta equivaldría a encontrar la aguja en el pajar, algo bastante improbable a menos que el azar y la fortuna intervengan mano a mano en la búsqueda. Sí puedo decir que desde que la leí, esta atinadísima reflexión del citado Eder no se me va de la cabeza: “Sin compasión no hay cordura”.

5. ¿Recuerda el mejor aforismo sobre el aforismo que haya leído?

No dudo de la existencia de excelentes textos “metaaforísticos”, pero si he de ser sincero ahora mismo no acude ninguno a mi mente.

6. ¿Qué lugar ocupa el aforismo en su actividad creadora, respecto a otros géneros?

No es para mí un género ni exclusivo ni excluyente; se mezcla sin problema en mi modesta labor literaria tanto con la poesía como con los microrrelatos, los apuntes de la observación cotidiana, las greguerías…

7. ¿Cree que se está produciendo en España cierta burbuja aforística?

Pudiera parecerlo en cuanto a que su presencia mediática es bastante más notable que antes; no así, creo, en cuanto a su creación. La prueba está en esa misma presencia editorial, que nos ha permitido conocer a jóvenes autores (Camacho, Neuman, García Clemente) que practican esta suerte literaria con verdadera fortuna.

8. ¿Qué influencia cree que pueden haber ocasionado ciertos fenómenos sociales (como la publicidad o las redes sociales) en el actual boom del aforismo? 

Es posible que la inmediatez y premura que esos soportes permiten e incluso fomentan, hayan contribuido a hacerlo más visible para el público en general, pero no olvidemos que este género de escritura ya lo llevaban a cabo, y en buena medida de manera todavía no superada, los clásicos griegos y latinos o los moralistas franceses del XVII y XVIII (La Rochefoucauld, Pascal, Voltaire…). Ahora, me parece, acaso por esa premura que antes decía y que en sí misma soslaya, cuando no excluye, la debida reflexión, hay bastante más paja que grano.

9. ¿Qué virtud y qué peligro puede tener el aforismo respecto a otros géneros literarios?

La virtud de la brevedad, el peligro de lo insustancial.

10. Para terminar, obséquieme con un aforismo inédito, nunca antes publicado en ningún otro sitio.

Siguiendo el ejemplo del maestro Neila, ahí van dos:

“Como sigamos cortando por lo sano, vamos a quedarnos en un patético muñón”.

“Se impuso de penitencia no volver a pisar una iglesia. Y funcionó”.


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