Estas historias les van a sonar...


José Luis Trullo.- Reflexiones del señor Z. no es un libro de aforismos, en el sentido clásico del término: sus 259 textos, más o menos breves todos ellos, encajan mal con la aspiración más o menos moral, más o menos sapiencial, del lapidario género más breve. Aquí, unos llevan a otros, como cuentas distintas de un mismo collar.

Reflexiones del señor Z. tampoco es un libro de microrrelatos, entendidos como lentejuelas narrativas que brillan un momento, cuando incide sobre ellas la luz de la lectura, y luego se apaga. En este caso, la luz rebota y va dando saltos, sin encontrar un posadero al final.

Reflexiones del señor Z. remite más bien a cierto tipo de libro híbrido, entre novela, cuaderno de notas y libro de relatos, compuesto por flashes intensos sobre una figura oscura, cuyo perfil vamos delineando a medida que lo vamos desenvolviendo, sin abandonar en ningún momento cierta opacidad profunda. Pensamos en las Historias del señor Keuner, de Brecht; en Monsieur Teste, de Valéry; o en las Historias del señor X, de Saborit. En el formato dialógico que a menudo utiliza el autor, en el que Z. se confronta a o es confrontado por sus alumnos, también evoca en no pocos momentos al Juan de Mairena, de Antonio Machado. No en vano el libro se presenta, formalmente, como un compendio de las notas tomadas por terceros: alumnos, amigos, anónimos interlocutores... y, cuando no es explícito el transcriptor, podemos atribuirle la responsabilidad del atestado al oído omnisciente de Dios...

Este género mixto, a caballo de la narrativa y el ensayo, suele poner nerviosos a los críticos, y a no pocos lectores, que no saben a qué palo quedarse, habituados como están -en el sentido narcótico del término- a los límites claros, a las fronteras nítidas. Hacen mal. Es en la disolución (no en la demolición) de los géneros donde la escritura florece de nuevo, pues al carecer de expectativas previas hay que abordar lo dicho con toda la novedad de su nuevo decir. Y en lo que dice y nos dice Z., y a través suyo Enzensberger, hay claves fecundas para interpretar lo que pasa y nos pasa aquí y ahora.

Reflexiones del señor Z. contiene breves frases brillantes, densos párrafos logrados y mucha, mucha ironía, cargada de metralla en la mayoría de las ocasiones, como podemos comprobar en los siguientes extractos, tomados a la carrera y privilegiando los fragmentos más puramente aforísticos. Les invitamos a conocer al señor Z.: seguro que sus historias les suenan, y de mucho más cerca de lo que a primera vista podrían llegar a pensar...

13. Dijo Z.: "Resulta saludable vivir sin la ilusión de la propia importancia".

62. "¿Cómo puedo adivinar lo que pensaré pasado mañana si ni siquiera estoy seguro de lo que pensaba anteayer?", dijo Z.

123. Z. explicó que no hacía ni caso de sus sueños. Si no andaba equivocado, el error de los que pretendían interpretarlos era que durante sus elucubraciones estaban completamente despiertos. Era lo mismo que intentar establecer el contorno de una nube que no para de desplazarse por el cielo..

185. "La teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas. Esta máxima sigue siendo vigente", observó Z., "aunque sólo para el fútbol".

218. Sobre el arte de la provocación, dijo Z. que antes de coge a un provocador que a un cojo.


H.M. Enzensberger. Reflexiones del señor Z. Anagrama, Barcelona, 2015. 150 págs.



 microfilias



El aforismo según Roberto Juarroz

Según el autor argentino, la literatura fragmentaria prefiere la secuencia breve y concentrada, el trozo expresivo, los restos más valiosos que puedan salvarse del naufragio. Desconfía de la abundancia o el exceso de palabras y cree que algunas cosas, tal vez las más plenas, sólo pueden ser captadas enunciándolas sin mayor desarrollo, explicación, discurso o comentario. Supone que únicamente esa vía estrecha logra capturar la instantaneidad del pensar, de la visión creadora o de la iluminación mística, al no traicionar la momentaneidad quebradiza del fluir temporal.


El diario en aforismos de Valéry


En los cuadernos de Valéry abunda el género aforístico, hasta el punto de que podemos hablar de una especie de diario en aforismos (al estilo de Jules Renard, pero en adusto). La naturaleza puntual del aforismo es la que le permite acoger la suficiencia instantánea del relámpago: aquí, la digresión no haría más que diluir el efecto pretendido, que es el de acoger una totalidad en huida, una búsqueda sin término. Y es que Valéry siente "el horror por lo que no cabe en un instante". Y ahí es donde el aforismo se revela como la forma perfecta para su investigación filosófica, que es personal, que es únicamente suya, pero también la de todos..


Los aforismos de L.F. Comendador


Poeta y editor, Luis Felipe Comendador ha cultivado también la novela, el aforismo, el ensayo o la obra gráfica. En 2003 publica El amante discreto de Lauren Bacall, su poemario más sincero y duro, según ha reconocido el autor, en el que se funden el amor y la muerte en un ambiente de desolación. En esta breve muestra de sus aforismos, realizada por el propio autor, tenemos la oportunidad de acceder a una de las múltiples facetas de este escritor prolífico, fecundo y singular.


Benjamín Prado, sin cubrirse las espaldas

Benjamín Prado (Madrid, 1961) es un novelista, ensayista y poeta español. Ha recibido diversos premios, entre los que se encuentran el Hiperión, el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla, el Premio Andalucía de Novela y el Generación del 27. Sus primeros cinco libros de poesía están reunidos en el volumen Ecuador (2002). Después ha publicado Iceberg (2002) y Marea humana (2007). Los aforismos que aquí presentamos lo muestran como un autor sagaz, lúcido y humorístico, capaz de transformar cualquier acontecimiento de la vida cotidiana en una frase brillante y certera, válida por sí misma de manera general.


Cuestionario Chamfort

El Aforista invita a los principales aforistas españoles a someterse a un escrutinio meticuloso acerca de sus métodos compositivos, gustos personales, autores de referencia, etc. Son diez preguntas que forman un listado cerrado cuya pretensión no es otra que cartografiar el estado actual del género, así como presentar un perfil sucinto y definido de los autores más solventes en nuestro país.

Oscar Wilde: el superhombre era él

Como atestigua una reciente edición de sus aforismos, Oscar Wilde poseía una perspicacia fuera de lo común; una capacidad de análisis social y moral incomparable; un estilo brillante, portentoso quizás. Cabe aclarar: Wilde no fue simplemente un literato, un hombre de letras, un muñidor de ficciones al servicio del entretenimiento y/o el deleite pasajero. No, Wilde fue un pensador, tal vez no un filósofo (por cuanto no remite, ni explícita ni implícitamente, a la gran tradición filosófica), pero sí un espíritu crítico guiado por la sed de conocimiento y el odio a la mixtificación... él, que siempre defendió la máscara como suprema faz.



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