Cubelos Marqués y los subtítulos del silencio


Antonio Cubelos Marqués nace en Ponferrada en 1974. Es un "hombre que busca, un explorador con la mochila al hombro". Lejos de circuitos literarios, de etiquetas, Antonio insiste en su intento de ser un ciudadano de su circunstancia. Se deja amar apasionadamente por la vida, y sobre ello escribe, en un baile interminable de silencios. La trayectoria literaria de Antonio Cubelos se condensa en unas cuantas lecturas y diversos poemas publicados. Durante un tiempo colaboró activamente con la asociación portuguesa "InComunidade", también incluyendo lecturas y performances en el país vecino. Como autor, cuenta con dos poemarios: La mitad de la luz (2009), y Julia, agosto, septiembre (2013), ambos en la editorial Vitruvio.




Aunque se lean, las palabras que dan o quitan el aliento en realidad se respiran.




En cada gota de lluvia hay un oasis.




Dentro del corazón solo hay latidos.




Una palabra, en la mitad de un silencio, tiene algo de náufrago.




Las palabras, dormidas para siempre en el papel, ¿qué sueñan?




Acercarse a una frase como quien cruza un senderillo de piedras en el río.




Qué indigesto el silencio: casi siempre nos hace un nudo en el estómago.




Puedes descender, pero no te bajarás nunca de tus propias huellas.




Estás desnudo: necesitas tres estaciones para cubrir un invierno.




Firmas un documento de vida, y del papel un pez que salta hacia tus manos.




No hay que abusar de los puntos suspensivos. A la larga, son una línea que dice "recortar por aquí".




Un pájaro sólo necesita una rama. Una rama, en perspectiva, es idéntica a un bosque.




El recuerdo de las palabras viste a las palabras.




El estallido al chocar dos palabras: imagina cuántos universos en cinco minutos de conversación.




El horizonte en verdad es pequeño, muy pequeño: consiste en una puerta que alguien sostiene abierta hasta que llegues.




Ningún zapato es más cómodo que tus propias huellas. Ninguno más inútil.




No compras una maleta: compras nostalgia. Por haber regresado o no haber ido nunca.




Incluso para hacer un castillo de naipes se necesita una buena mano.




La memoria como una vieja acera sin apenas tránsito. La nostalgia, de pronto un bulevar lleno de árboles.




Es un hecho que hay más piel desnuda en el poema que en el desnudo mismo.




¿Qué es el olvido, sino el deseo de equivocarse por segunda vez?




Todo consiste en encontrar a alguien que nos cuente, con palabras adecuadas, nuestra propia historia.




Recordar el mar y, cuando nadie mira, traerlo a escondidas a tus ojos.




La oportunidad, los días de lluvia, de ver una nueva ciudad en cada charco.




Hay silencios, incluso, con subtítulos.




 Microfilias