Poeta tardío y pausado como pocos, el norteamericano Wallace Stevens (1879-1955) sigue siendo uno de los grandes referentes de la modernidad poética. Acerca de su propia vida, dejó escrito: "Evíteme, por favor, contar los datos biográficos. Soy abogado y vivo en Hartford. Estos hechos no son divertidos ni reveladores". Al menos desde los años treinta, Stevens fue llenando de notas varios cuadernos, con o sin título. A menudo anotaba frases o dichos de otros que le habían llamado la atención leyendo, y a veces también sus propias reflexiones a las que tituló habitualmente, en latín, Adagia. Los aforismos de Stevens fueron publicados en 1957, dos años después de fallecer. Al acercarnos a saborear los a menudo refinados aforismos de Stevens, no debemos pensar ni en un filósofo ni, menos aún, en un teórico de la literatura (muchas de sus afirmaciones resultan contradictorias entre sí), sino como un poeta que percibe una intuición intelectual y la plasma en estado crudo, sin mayor elaboración. Esto no significa que se trate de meros caprichos literarios -aunque alguno hay-, pero sí que, para disfrutarlos, es recomendable apartar la pulsión sistemática para extraer de sus rotundas afirmaciones una invitación a la reflexión personal, ya en la cocina de cada cual. En cualquier caso, sí se detecta un permanente interés por meditar acerca de la función de la poesía en el mundo moderno, sobre la relación entre lo real y lo ideal, o sobre el valor de las palabras para generar sentidos, y éstos entidades nuevas, no existentes previamente. La selección que publicamos fue traducida por Guillermo Sucre y publicada por Fundarte en 2011.
La más alta búsqueda es la búsqueda de la felicidad en la tierra.
El poeta fabrica vestidos de seda con gusanos.
Los autores son actores, los libros son teatros.
La sabiduría no pide nada más.
No hay ala como el significado.
La literatura es la mejor parte de la vida. A lo cual parece inevitablemente necesario añadir, a condición de que la vida sea la mejor parte de la literatura.
Un poema es un meteoro.
Un tema grandioso, no garantiza un efecto grandioso, sino, muy probablemente, lo opuesto.
Un nuevo significado es el equivalente de una nueva palabra.
Lo real es sólo la base, pero es la base.
El poema sólo se revela al hombre ignorante.
Un viaje en el espacio es igual a un viaje en el tiempo.
El propósito de la poesía es hacer que la vida sea completa en sí misma.
No hay nada bello en la vida que no sea la vida misma.
La sentimentalidad es un fracaso del sentimiento.
Como la razón destruye, el poeta debe crear.
Vivir en el mundo pero fuera de las concepciones existentes sobre él.
El escritor que se contenta con destruir se encuentra en un mismo plano que el escritor que se contenta con traducir. Ambos son parásitos.
El orden estético incluye todos los otros, pero no se limita a ellos.
Quizá tenga más valor enfurecer a los filósofos que seguirles la corriente.
Toda historia es historia moderna.
Cuando uno es joven todo es físico; cuando se es viejo, todo es psíquico.
El objeto más bello del mundo es, por supuesto, el mundo mismo, y esto no sólo lógica sino categóricamente.
La lengua es un ojo.
Cuando la mente es como una sala en la cual el pensamiento es como una voz que habla, la voz es siempre la de otro.
Debe de haber siempre algo de campesino en todo poeta.
La sociedad es un océano.
Los ojos ven menos de lo que la lengua dice. La lengua dice menos de lo que la mente piensa.
La razón es una parte de la naturaleza y es controlada por ella.
Ya que los hombres han hecho el mundo, el inevitable dios es el mendigo.
Es más fácil copiar que pensar, de ahí la moda. Sin embargo, una comunidad de originales no es una comunidad.
Dios es un postulado del ego.
La realidad no es lo que es. Consiste en las muchas realidades en que puede ser configurada.
La poesía es una respuesta a la diaria necesidad de entender el mundo como es debido.
Un poema debería estimular algún sentido de vivir o de estar vivo.
La realidad es el verdadero centro del espíritu.
El error esencial del surrealismo es que inventa sin descubrir. Hacer que una almeja toque un acordeón es inventar, no descubrir.
La poesía no se limita a un solo efecto, como, por ejemplo, abrir la realidad.
Un poema no necesita tener un significado y, como muchas cosas en la naturaleza, a menudo no lo tiene.
Ningún hombre es un héroe para quien le conoce.
Estar al final de un hecho no es estar al comienzo de la imaginación, sino estar al final de ambos.
No se puede perder el tiempo en ser moderno cuando hay tantas cosas importantes de las que ocuparse.
La imaginación es la libertad de la mente y de ahí la libertad de la realidad.
El éxito es ser feliz con los sabios.
La imaginación aplicada a la totalidad del mundo es insípida en comparación con la imaginación aplicada al detalle.