José Luis Trullo.- El hallazgo de un autor que desconocemos y que, tras su lectura, nos regocija en un plano íntimo, siempre nos despierta una secreta gratitud para con el destino; tanto más si, como es el caso, el feliz encuentro se produce de un modo harto prosaico: rescatando su libro del duro suelo, entremezclado con jarrones desportillados y revistas ajadas en el populoso desierto de un mercadillo popular. Este es el caso de los Aforismos del solitario, de José Camón Aznar, un tomito perteneciente a la colección Austral de la editorial Espasa-Calpe con el que uno no recordaba haberse cruzado en todos los días de su vida.
Se trata de una antología harto extensa (más de mil aforismos) de un escritor al que no tenía el gusto de conocer, aunque -por lo que se lee en el prólogo, firmado por Francisco José León Tello)- no por falta de méritos y talentos personales. Pero esto ocurre todos los días: estar dotado para la literatura e incluso publicar en sellos prestigiosos no le asegura a nadie la inmortalidad, a menudo ni siquiera el ser vagamente recordado por la generación inmediatamente posterior. Este libro, publicado en la nada remota fecha de 1982, no recuerdo haberlo visto citado jamás en los, bien es verdad, todavía escasos estudios sobre el género en la España del siglo XX, aunque seguramente esté equivocado.
Según la página (¡ay!) Aragoneses Ilustres, José Camón Aznar "fue catedrático, historiador, escritor y crítico de Arte. Nació en Zaragoza en 1898 y murió en Madrid en 1979 a los 80 años de edad. Humanista fecundo y polifacético, dotado de una vasta formación académica y una honda sensibilidad artística que supo combinar en todo momento con rigor intelectual, dejó impresa una extensa y fructífera obra de análisis y reflexión que, le convierte en una de las figuras más destacadas del panorama cultural español del siglo XX" (ejem). Sus intereses como historiador del arte se centraron en el Renacimiento, buscando siempre una interrelación entre las distintas artes y entre éstas y los acontecimientos de su tiempo. La ingente obra del profesor Camón Aznar abarca más de ochenta libros, doscientas cincuenta separatas, así como innumerables artículos periodísticos, presentaciones de catálogos de exposiciones de arte clásico y moderno, prólogos de obras de literatura, filosofía y arte, comentarios y críticas a casi todos los principales artistas españoles contemporáneos, recensiones de libros, conferencias, comunicaciones a congresos, etc. Entre sus principales publicaciones de Arte y Estética, tenemos El Arte desde su esencia (1940); El escultor Juan de Ancheta (1943); La arquitectura plateresca (1945); Doménico Greco (1950); Picasso y el Cubismo (1956); La Arquitectura y la orfebrería en el siglo XVI (1958); La escultura y la rejería española en el siglo XVI (1962); Pintura Medieval española (1964); Velázquez (1964); La pintura española en el siglo XVI (1970); Miguel Ángel (1974); La pintura española en el siglo XVII (1977); Berruguete (1979); Goya (1980). Tiene publicadas trece piezas teatrales; numerosos libros sobre Filosofía, entre los que destacan El ser en el espíritu (1959) y Filosofía del Arte (1975); de poesía, cinco libros; en Historia destacaremos El Cid, personaje mozárabe (1947), de tan decisiva influencia en los trabajos posteriores sobre este tema, y La situación militar en Aragón en el siglo XVI; como ensayista hay que recordar Don Quijote en la evolución de los estilos (1947); Santa Teresa (1966) y Ramón Gómez de la Serna en sus obras".
Curiosa y significativamente, esta reseña biobibliográfica -generosa como suelen serlo todas aquellas que el entusiasmo localista consagra a sus hijos predilectos- nada dice de Aforismos del solitario, el libro del que extraemos las frases que se reproducen a continuación. Se trata de un libro honesto, aquilatado, variadísimo en temáticas y tonos, profundo sin caer en el amaneramiento, aunque sí se pueden detectar algunos estilemas característicos de cierta tradición humanista española; por ejemplo, se muestra proclive a la afirmación rotunda e incluso campanuda, lejos de la ligereza de un Jardiel Poncela en sus Máximas mínimas o la cosmopolita ironía de Ramón y Cajal en sus Charlas de café. Se echa de menos cierta ironía, pero es que el autor no está para bromas: sus referentes son los grandes autores de la literatura sapiencial (Séneca, Montaigne, Gracián) y su meta, hacer confluir el mayor número de ejes apuntando hacia el horizonte reflexivo que pone en marcha su reflexión: la muerte, la tragedia, Dios y el diablo, el conocimiento y sus límites, el arte y sobre todo la(s) religion(es) son sus polos de atracción, a los cuales acude pertrechado de sobrado bagaje conceptual y meditativo.
Esperamos que este feliz (re)descubrimiento contribuya en la revaluación de un libro que, para quien esto firma, ha constituido una gratísima sorpresa.
P.S. Con posterioridad a la redacción de esta nota, he comprobado que Francisco Rodríguez había abierto su fantástico blog Documenta Minima, dedicado a los géneros breves, a estos Aforismos del solitario. Me congratulo por ello.
¡Mal maestro! Sólo enseña lo que conoce.
Si tuviera que elegir un trono para la poesía, elegiría el banco de un jardín.
Diálogo: le he presentado mis razones y él, las suyas. Ya podemos quemar ese montón de hojas secas.
La duda no es más que la certidumbre meditada.
Sólo el que piensa con las piernas se propone ideales que pueden alcanzarse.
Eres tan débil que cuanto coges se convierte en robo.
Siempre que el tímido se decide a no serlo, comete una injusticia.
¿Cuándo empezó el hombre a ser libre? Cuando inventó el techo.
La imaginación del sabio inventa lo que ya existe.
¿En qué conocerás que has llegado a puerto? Cuando seas tú la ola que avanza.
Si caes vencido por el tiempo, que tu caída sea como la de una bella estatua que ya no se puede rehacer.
Tragedia del universo. Sus leyes lo mantienen estático. La vida le obliga a cambiar. De ahí los cataclismos periódicos.
Que tu soledad sea como la de la ballena: porque necesites todo el mar.
¿Mis afines? Los que se deshojan eternamente por ir contra el viento.
El autor trágico construye sus personajes con su propia alma. El cómico, con el de las demás.
La juventud es algo que se conquista con los años.
Todo lo que en la religión no es misterio es... sociología.
La admiración es el amor desde la base de una montaña.
¿Cuándo una verdad puede decirse que es histórica? Cuando el tiempo la ha convertido en un error.
Si llamas a Dios, Dios acudirá, pero a su hora. Si llamas al diablo, éste se presenta en el acto.
La imaginación es la razón cuando no puede demostrar sus conclusiones.
Lecciones del mar: o el morir heroico con la frente rota contra la roca inerte, o extinguirse dulcemente sobre sábanas de arena.