La Isla de Siltolá acaba de publicar Verdad y media, una mastodóntica antología de aforismos escritos entre 2001 y 2016. Reproducimos el prólogo del libro, con la autorización del autor y del editor.
Sobre las razones de este auge del género han teorizado con distinta extensión autores como José Ramón González García, Manuel Neila, Erika Martínez, Lorenzo Oliván, Juan Varo y Carlos Marzal, entre otros. Y existen también continuas exploraciones más o menos especulativas en los medios, revistas literarias y las redes sociales de internet, muchas de las cuales señalan con un sentido u otro la importancia precisamente de las redes en este auge.
Este libro se configura como una antología, una selección y no como un estudio crítico, de modo que dejamos para los estudiosos estas investigaciones. Solo apuntar de nuestra cosecha que la influencia de las redes sociales es indudable y que ofrece a esta proliferación lo bueno y lo peor. Existen sin duda brillos escondidos en la red, pero existe también una enorme cantidad de “ruido” que más que desarrollar y enriquecer el género lo deforman, afean y trivializan, enviando quizá el mensaje de que cualquier frase medianamente ocurrente, cualquier chiste, cualquier pretendida sabiduría pedestre es un aforismo. Sucede aquí pues algo parecido a lo que sucede con cualquier otra cosa arrojada al confuso océano de internet. Aparece muy poco aquí de la pesca que podría llevarse a cabo en ese medio. Tarde o temprano otros, seguro, zarparán en su busca.
Aforismos, apariencia de facilidad en una extrema dificultad acosada por la necesidad de concisión de la máxima, de vuelo de la poesía, de rigor de la filosofía, de precisión de la novela, de chispa del humor, de intuición de los escritos sagrados ¡Ahí es nada! Por supuesto esto casi nunca se da junto y cada autor arrima el ascua a la sardina de su talante y de sus mejores habilidades, consiguiendo satisfacer, en el mejor de los casos, varias de estas necesidades del texto aforístico, pero siempre, cuando hay talento y suerte, ofreciendo esos picotazos que sorprenden y alertan nuestra inteligencia y la activan para completar los efectos de sus “dulces venenos”.
Una antología no es un estudio académico, por más que con frecuencia se presenten –legítimamente- juntas en muchos volúmenes. Una antología es una selección realizada por un lector que ha caminado por extenso por todo el material escrito en el ámbito a que se remite esa selección y de todo ello extrae lo que le parece más significativo para un plan propuesto. Es por tanto siempre y de modo inevitable el producto singular de una inteligencia individual, su particular propuesta, su invitación personal a seguir los caminos que espera que su muestra inciten en el lector.
Pero, como digo, es inevitable que este trabajo de selección responda a un plan que acota desde diversos puntos de vista los ámbitos, criterios y consideraciones editoriales, elementos que embridarán el corcel del gusto personal que, conviene dejarlo claro, es la fuerza que da aliento al antólogo y cuyas huellas permiten seguir el rastro claro de la publicación.
Para caracterizar ese plan debemos señalar en primer lugar que se trata de una antología de aforismos, con lo que penetramos de entrada en una senda difícil, resbaladiza, donde nuestro corcel con frecuencia se retiene y duda. Tenemos por tanto que prepararnos-corcel y caballería- para no quedar atascados constantemente en la duda de los que es y no es un aforismo. Dejaremos esta disquisición también para otro lugar, esperando que la propia lectura de los textos seleccionados pueda contribuir a delimitar el concepto de aforismo, o al menos del concepto que el antólogo tiene. Y si esa delimitación inducida es buena, dejará las suficientes brechas para que el tema no se agote.
Si no entramos entonces a un intento de definición de lo que es aforismo, vayamos a esa declaración de los filtros de selección aplicados para contextualizar este libro, dado que toda selección es una actividad que incluye y excluye para, entre las ilimitadas combinaciones posibles se produzca esta selección concreta que tienes en tus manos.
La primera acotación que se ha aplicado es la temporal, poniendo los límites entre textos publicados a partir de 2001 y aquellos disponibles hasta los meses iniciales de 2016. Otra acotación –imprecisa– es la de primar los textos más cortos. Cuando el aforismo comienza a alargarse, llega hasta la frontera de otros tipos de texto que si bien puede traspasar sin desnaturalizarse –pruebas sobradas y conocidas hay de ello– también es verdad que lo alejan de esa sorpresa, de ese dardo veloz que en un instantáneo vuelo nos entrega la sorpresa de su tino. Si bien el estilo no se constituye aquí como una acotación clara, sí que de algún modo también está presente pues se han dejado de lado las ocurrencias meramente chistosas sin más vuelo, así como todo ese tipo de frases que podríamos englobar dentro del concepto acuñado por su conspicuo creador; las greguerías.
Lógicamente otra acotación de la selección es la extensión total del libro (2.525 aforismos en veinticinco bloques de 101) que pretende ser lo suficientemente amplia para ser más viaje que apresurada visita turística, pero sin excesos mastodónticos.
Otra acotación es la de excluir de la selección los aforismos que no han sido escritos como tales, sino que han visto la luz en publicaciones que han entresacado esas felices frases de textos de otra índole. Excelentes las hay, sin duda, pero el antólogo, una vez más, tiene que darle uso a su navaja para dar forma a la publicación.
Y, por último, la acotación principal que, bien mirado viene a ser una acotación “liberadora” en tanto la idea central es que se trate de una antología de aforismos más que de aforistas. Más que elegir a los autores que nos parecen más significativos y hacer una selección uniforme entre ellos, nos hemos centrado en el interés de cada aforismo sin importarnos la cantidad final que resulte de cada uno de los autores.
En este sentido no sería ocioso una precisión: la cantidad de aforismos de cada autor no responde únicamente a la consideración que otorgo a lo que escribe sino a otros determinantes tales como el de que la cantidad de aforismos publicados por cada autor es tremendamente variable (desde algunas pocas decenas hasta varios miles, según los casos). Y también influye la fecha de publicación de sus libros, dándose el caso de autores con pocos aforismos publicados en el periodo acotado y que, sin embargo, cuentan con amplia obra en publicaciones anteriores. Hablaría aquí respecto de esta última circunstancia de algunos casos singulares por su calidad y con la intención de invitar a su lectura como son los de José Mateos, Rafael Argullol, Carlos Edmundo de Ory, Juan Varo Zafra, Lorenzo Oliván, o Rafael Sánchez Ferlosio, entre otros.
Me parece también importante señalar que algunos de los libros de aforismos que se han utilizado no son exactamente colecciones de aforismos independientes, sino que utilizan un encadenamiento de esta forma de escritura dentro de un plan global de la obra a la que pertenecen. Pero aforismos al fin cabo, funcionan normalmente bien de manera independiente, salvo algunos contados que tienen como correlato directo otro aforismo precedente. El caso más evidente de esto lo constituye Jorge Wagensberg cuyos libros constituyen el desarrollo de algunas ideas centrales casi siempre alrededor de cuestiones relativas a la ciencia y el conocimiento. Pero aforismos son, como digo, y cabida tienen en una selección como la presente. Eso sí, queda aquí también la invitación a leer esas obras que añaden un plus a la suma de los aforismos que contienen.
Decir por último que esta selección proviene de la lectura de más de ciento cuarenta colecciones (la mayoría libros en papel, pero algunas en otros soportes) que constituyen un universo cercano a los cuarenta mil aforismos, una vasta riqueza sin duda, y una promesa de futuro para el género.
A partir de aquí, comienza pues una aventura literaria del pensamiento propuesta por un amplio grupo de aforistas de este comienzo del siglo XXI. Toma tu linterna, tu machete, tu cantimplora, tus mapas, y adéntrate en estos territorios para salir de ellos con experiencias memorables, con la renovación de lo intenso ¡Buen viaje!
L. Molina (ed.), Verdad y media. Antología de aforismos españoles del siglo XXI (2001-2016). La Isla de Siltolá, Sevilla, 2017. 435 págs.
Aforistas españoles vivos
Como un suculento y nutricio menú degustación define Elías Moro su lectura de este Aforistas españoles vivos que Libros al Albur ha puesto al alcance de los lectores aficionados al género. Un espléndido menú de once platos sabiamente combinados en los que, en variadas dosis y tiempos de cocción, y picando de aquí de y de allá, se paladean todos los sabores conocidos, "si bien, al menos para quien esto suscribe y acaso producto de los tiempos que corren, lo ácido y lo amargo se llevan la palma".
El mayúsculo Pascal de Torné
En unos tiempos tan estúpidos como los que nos ha tocado padecer, el Pascal de Torné (así es como habría que referirse en adelante a este extraordinario libro que ya siempre me acompañará en lo que me queda de vida) supone una inyección intelectual y espiritual mayúscula. No hay línea sin sopesar, párrafo sin provecho, página que esté de más; al contrario, es un libro que te crece entre las manos a medida que lo lees, entre el estupor y la maravilla.
Pere Saborit: disolver lo consabido
Cuando el humor se utiliza de esta forma lúcida, fina, sin acidez, se convierte en uno de los medios más eficaces para disolver lo consabido, el sinsentido del mundo que hemos construido, tan lleno de convencionalismos que lo acartonan, enjuagando la suciedad sobrepuesta, extrayendo los sentidos implícitos. Al igual que el restaurador, al limpiar el polvo acumulado en un retablo gótico por siglos de abandono, devuelve parte de su brillo original, Saborit quiere devolverle al lenguaje esa función higiénica que al menos palíe en parte el sinsentido del mundo que hemos construido.
Juan Manuel Uría: lo oculto bajo tierra
Dos por la mañana es el primer libro de aforismos del poeta vasco Juan Manuel Uría, y en él comparte autoría con el artista gráfico Pablo Gallo, quien 'comenta' los textos con sus primorosos dibujos, plenos de ingenio y buen gusto. Estos aforismos nos muestran a un autor maduro e irónico que rehúye el estilo sentencioso para desgranar verdades cotidianas, basadas en el sentido común y el desprecio por la impostura y la retórica gratuita. Según Uría, "el aforismo debe ser nómada, ligero pero de huella indeleble, y algo canalla", y sin duda tienen los suyos mucho de grácil e incluso lúdico.
Cometario, de Jesús Cotta
Los conceptos que utiliza Cotta no son, para nada, innovadores ni originales, y la verdad es que tampoco lo necesitamos pues, como reza su aforismo, remedando a Gide: "Todo está dicho, pero se nos ha olvidado". Así pues, Cometario está trufado de benditas obviedades, perogrulladas sanas y verdades como puños que, en estos tiempos de inflacionaria (y superflua) creatividad desnortada, nos recuerdan que lo importante sigue siendo lo que importaba a los que nos precedieron, e inquietará a los que nos sigan. Pues: "Si no existe una naturaleza humana universal, ¿por qué a los hombres nos ha dado siempre por lo mismo?".
El monstruo ama su laberinto, de Charles Simic
La mayoría de las veces, un libro es un solo libro. En contadas ocasiones, un libro es el afortunado abismo al que se asoma el lector para contemplar su verdadero rostro. Simic, en El monstruo ama su laberinto, conforma un muestrario de pinzas, espéculos, agujas, jeringas y bisturís que llagan las manos ensangrentadas de los que se atreven a pasar página. Simic, cirujano y paciente, obtiene de esa autoexploración especular, unas reflexiones que abren la puerta a la sátira: “Los sirvientes de los ricos y poderosos están convencidos de que nosotros les envidiamos su servidumbre”. Pero Simic no se conforma con regodearse señalando los vicios que llevaron a la podredumbre del presente. “El ojo atento empieza a oír”, escribe con áspera lucidez.
Mapa de ninguna parte, de León Molina
Molina es un aforista portentoso, muy dotado, que rehuye con disciplina el chiste y la vana ocurrencia, para acometer sus composiciones con una precisión exquisita, donde nada sobra ni se echa en falta. Son sus textos sumamente breves, sintéticos, aquilatados, aunque para nada simples: rezuman esa dulce ambigüedad que caractiza a los grandes cultivadores del género. Casi nunca pontifica, y cuando lo hace es con la sabia benevolencia del amigo que va a respetar lo que, en cualquier caso, queramos hacer con nuestra vida. "Seducir es inducir sin aducir".
Convivir con lo inestable, de Eliana Dukelsky
La lengua o el espejo, el primer título de la autora, no es un libro de aforismos al uso. Ello lo percibe enseguida el lector cuando, a diferencia de otros títulos, no puede soltar el libro tras la amena lectura de una docena de páginas, por miedo a saturarse. Por el contrario, la impresión (completamente subjetiva, como cualquier impresión) es la de haber emprendido un viaje junto a la autora, y estar recorriéndolo, de nuevo, junto a ella, en una suerte de travesía submarina de la cual, de un modo u otro, intuye que va a emerger renovado, purificado en cierto sentido.
De los aforismos de Lichtenberg, que tradicionalmente han conocido una excelente acogida en el mercado editorial español, existen tres ediciones distintas, publicadas por Edhasa, Cátedra y Fondo de Cultura Económica. Este volumen publicado por Hermida Editores, el primero de la obra completa que ahora se publica en traducción de Carlos Fortea y prólogo de Jaime Fernández, recoge los tres primeros cuadernos según la edición canónica publicada en alemán, con lo cual nos encontramos ante una novedad de importancia dentro del género en español.
Los seminales aforismos de José Bergamín
El aforismo ocupa en la creación bergaminiana un papel no menor que reconoce él mismo cuando asume que "mis textos extensos, en cierta medida, son aforismos perifrásticos. Y mis aforismos, una autobiografía sincopada". El carácter vehemente de Bergamín le induce, con frecuencia, a descargar conceptos como trallazos, no por intuitivos menos profundos. En una carta a un amigo, le confiesa esta naturaleza convulsa de su expresión aforística: "mis aforismos se amontonan, sin darme cuenta, y me estorban para trabajar. Tengo que echarlos fuera pronto".
Ilusión y verdad del arte, de Nietzsche
Ilusión y verdad del arte es una antología de pensamientos de Friedrich Nietzsche en torno al tema de la ilusión y la autenticidad en el arte. Escogidos, traducidos y prologados por Miguel Catalán, dan una visión panorámica de las ideas del filósofo alemán sobre la función y el sentido del arte en la vida humana. Aunque el orden de los textos es temático y no temporal, por estas páginas van pasando ante los ojos del lector las distintas fases del pensamiento de Nietzsche hasta los casi desconocidos fragmentos póstumos.
Los entrañables motivos de Morante
En Motivos personales se establece "un diálogo raro entre un escepticismo de largo alcance y una ingenuidad entusiasta" que nos resulta familiar a quienes hemos superado la edad de creernos todo lo que nos cuenten. Esta veta pura que subsiste bajo la gruesa capa de los desengaños es la que le permite escribir, de forma espléndida: "No desmayes; en cada esquina roza la brisa del asombro" (que nunca sabremos si se lo decía porque lo creía o para no descreer de todo ya del todo), o: "De madrugada, un vitalismo insomne me pregunta qué hacer para empezar de nuevo". Probablemente Morante no se engañe y sepa que no es posible ese absoluto recomienzo: "Sé que lo creo no es cierto. Pero es tarde para buscar otras creencias"; pero sí que queda tiempo para ensayar pequeños reinicios, coincidiendo con la escritura de nuevas obras o, por qué no, con el reencuentro con las pequeña alegrías de la vida en contacto con la naturaleza.
Reflexiones del señor Z. no es un libro de aforismos, en el sentido clásico del término: sus 259 textos, más o menos breves todos ellos, encajan mal con la aspiración más o menos moral, más o menos sapiencial, del lapidario género más breve. Aquí, unos llevan a otros, como cuentas distintas de un mismo collar. Reflexiones del señor Z. tampoco es un libro de microrrelatos, entendidos como lentejuelas narrativas que brillan un momento, cuando incide sobre ellas la luz de la lectura, y luego se apaga. En este caso, la luz rebota y va dando saltos, sin encontrar un posadero al final.
El caracol dorado, de Dionisia García
El caracol dorado es una colección de aforismos que dibuja una sensibilidad moral; buena parte de los textos incide en la reflexión sobre las enseñanzas de lo cotidiano. Si es cierto que “abarcar el cromatismo de la vida es imposible”, el sujeto en tránsito mantiene un estado de búsqueda, ahonda en los matices, persiste en la tarea de observar las mutaciones y los pequeños gestos del entorno. De este modo de pensar y sentir surge el impulso de una escritura indagatoria que hace balance y postula enunciados aplicables a la experiencia. El libro prosigue el recorrido abierto en 1984 por Ideario de otoño, que halló continuidad, una década después, con Las voces detenidas.
La ventana invertida, del filósofo y mago Miguel Catalán, no es su primer libro. Ni es el primer libro suyo que leo. A Catalán, como a mí, le gusta lo breve. Seguramente, al igual que yo, lo ha leído todo. Sin duda es un lector exhaustivo, pero se queda con lo nuclear, lo contundente, lo esencial. Y todo ello le inspira lo propio. Esta “ventada invertida” lo presupone. Se nota que tiene un gran dominio de la concisión, al menos para expresar sus pensamientos por escrito. Y yo se lo agradezco profundamente. Esta ventana suya nos ofrece las reflexiones que se hace a sí mismo sobre su entorno más interno y externo.
La cruel certeza de Pérez Antolín
El aforismo goza de plena salud. Como género literario, ofrece una fórmula reflexiva, provocadora, asertiva que, pese a los interrogantes que es susceptible de abrir, da seguridad, pues proporciona una racionalidad que persigue poner en orden el mundo. Y el nuevo libro de Mario Pérez Antolín, La más cruel de las certezas, es un buen ejemplo de la actualidad del aforismo y de su eficacia como medio de expresar una racionalidad frente al desorden.
La duda sin complejos de Felipe Valle
Sobre un dolor mil veces reflexionado germinan los poemas, ensayos y narrativas de Felipe Valle Zubicaray. Pudiera parecer que su relación con los aforismos le revela como un chulo de certezas, pero lo cierto es que duda sin complejos. Borges diría de él que es inteligente porque duda. Quien suscribe añadiría que duda porque muere en cada palabra escrita. De sutil descaro se convierte en provocador de guillotina, donde primero se escribe lo que se siente y luego tal vez se lee lo que se piensa. Lo que son las cosas provoca en quien lo rastrea a golpe de clic ganas de más batalla. En este exótico diccionario, Felipe nos deja una vez más solos y a la intemperie para invitarnos a liderar el pensamiento propio estimulando el debate crítico y regenerador.
La cruel certeza de Pérez Antolín
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La duda sin complejos de Felipe Valle
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