Los Carnets de Camus: el polvo del sentido


José Luis Trullo.- Es un tema sobre el que hay que investigar: quizás los aforismos máa intrépidos de la literatura se encuentran en aquellos parajes donde no se los esperaba, donde no había un hueco previo preparado para ellos. Me refiero a los diarios íntimos. "Aerolitos", sí, que penetraron en un cuaderno indefenso en el que los autores volcaban lo primero que les pasaba por la mano... y ese algo tenía -¡oh, mito del laborioso artesano!- pleno sentido. Ya ocurrió con los padres del género: Pascal, Lichtenberg, Leopardi, Joubert... y continuó con sus mayores y mejores cultivadores: Pessoa, Cioran, Canetti y... Camus. Sí, Camus fue aforista, aunque no lo supiera y aunque no lo queramos reconocer. Basta con leer sus numerosísimos "apuntes" (expresión que ya plasma lo que de atisbo acerado tienen las frases sueltas) para percibir su talento aforístico, que aúna en un único arabesco la precisión verbal con la sugerencia huidiza. Los Carnets de Camus están plagados de aforismos en el sentido más contemporáneo del término: y es que es ahora cuando, quizás, podamos acogerlos como merecen y degustarlos como exigen; ahora, en la época de la prisa, en que hemos desarrollado una capacidad insólita para captar más de lo que se nos dice, en desarrollar por nuestra cuenta lo que parece inconcluso y en dar remate más o menos sólido a eso que se desvanece en el aire, dejando en nuestros dedos un rastro de polvo, sí, mas polvo preñado de sentido.


Al precisar, todo se complica.

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Quién soy y qué puedo hacer, sino entrar en el juego de las ramas y la luz.

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Contactos con lo verdadero: la naturaleza en primer lugar; luego, el arte de aquellos que han comprendido.

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Tengo que escribir como tengo que nadar, porque mi cuerpo lo exige.

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¿Cuándo soy más verdadero y más transparente que cuando soy el mundo?

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El inocente es aquel que no se explica.

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No conozco mayor gloria que vivir solo e ignorado.

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Obra trágica: obra feliz.

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La necesidad de tener razón, signo de un espíritu vulgar.

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Escribir es desinteresarse.

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Cierta continuidad en la desesperación termina por engendrear la dicha.

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El color de mi destino, que creí entrever, helo aquí que huye ante mi mirada.

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Mi amor, si no es inocente y sin objeto, no tiene valor.

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La felicidad es también una larga paciencia.

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Lo esencial: no perderse y no perder lo que de uno mismo está latente en el mundo.

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Al salir de la experiencia, no se es sabio, se es experto. Pero, ¿en qué?

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Se puede tener -sin romanticismo- nostalgia de una pobreza perdida.

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Lo que nos salva de nuestros peores dolores es la sensación de estar abandonados y solos.

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La felicidad a menudo no es sino el sentimiento apiadado de nuestra desgracia. Dios puso la complacencia al lado de la desesperación, como el remedio al lado del mal.

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Basta ese solo resplandor naciente y heme aquí inundado de una dicha confusa que me aturde.

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El sufrimiento no da derechos.

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No es ser feliz lo que quiero ahora, sino estar consciente.

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Me gano la vida a fuerza de silencio y de secreto.

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Ir hasta el fondo no es sólo resistir sino también dejarse llevar.

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Conocerse perfectamente es morir.

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El mar es ultramar.

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Uno se convierte en lo que piensa.

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En los hombres hay algo más poderoso que las obras.

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El amor está al comienzo de todas las cosas.

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El viento, una de las pocas cosas limpias del mundo.

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Todas las mañanas de verano en las playas parecen las primeras del mundo.

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Lo que cierra el paso abre el camino.

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La virtud no es aborrecible, pero los discursos sobre la virtud sí lo son.

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Para mí solo: la verdad que no puede decirse.

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Los mártires deben escoger entre ser olvidados o ser utilizados.

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Si sigo así, terminaré por morir feliz. Habré consumido toda mi esperanza.

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La poesía es el alimento eterno. Hay que confiarle la guarda de los secretos.


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Todo hombre muere desconocido.



Libros al Albur



Enciclopedia de libros españoles de aforismos

Inauguramos nueva sección, en la que vamos a empezar a recopilar los mejores aforismos de los libros escritos por autores nacidos o residentes en España, y publicados en nuestro país a partir del año 2010 en adelante. Lo hacemos para reunir en un único espacio virtual la más ingente cantidad de información posible sobre este tema, a modo de "enciclopedia" para su consulta por parte de cualquier interesado o estudioso en el futuro. Las primera obras que incorporamos son los libros de Carlos Marzal, Ana Pérez Cañamares, Manuel Neila, Victoria León, José Luis Morante, Ander Mayora, Jordi Doce, Dionisia García, Fernando Menéndez, Erika Martínez, Felix Trull, José Antonio Santano, Emilio López Medina, Carmen Canet, José Ángel Cilleruelo, Pedro Roso, Antonio Rivero Taravillo, Miguel Ángel Arcas, Gabriel Insausti y Mario Pérez Antolín, entre otros.

Cioran: la pausa del espíritu

Émil Cioran fue uno de los escritores más personalmente antihumanistas del s. XX. Nacido en Rumanía, hijo -como Nietzsche- de un pastor, recaló en París hasta su muerte, renegando de todos los rebaños. Sus libros, justamente célebres por su pesimista visión de la existencia, poseen una bella melancolía que los salva de la insulsa salmodia quejica. En ellos, además, encontramos muchos de los aforismos más redondos de la filosofía reciente; herederos, en parte, de los del Schopenhauer de Parerga y Paralipomena, así como de los textos breves de Lichtenberg y Kierkegaard, abordan de manera acerada y cruel algunos de los temas lacerantes de nuestra condición humana: la plenitud imposible, la muerte, el fracaso, la historia y sus pesos, la poesía y sus contrapesos...  En El Aforista nos hacemos eco de algunos de los reunidos en El ocaso del pensamiento (1940), uno de sus títulos formalmente más equilibrados y austeros, si es que se pueden usar dichos epítetos en un autor tan decididamente desmesurado.


Pessoa: aprender a no ser nadie

La obra y la personalidad de Fernando Pessoa han sido sobradamente estudiadas, analizadas e incluso desmenuzadas desde que, en 1982, se diera a conocer uno de los títulos mayúsculos del siglo XX, su proteico y deforme Libro del desasosiego. La pluralidad y heterogeneidad del autor eran, no sólo conocidas, sino fomentadas por él mismo, así que sería ocioso abundar de nuevo en ello. Aun así, tal vez se haya incidido excesivamente en su gusto por los heterónimos desde la perspectiva de la multiplicación de la identidad personal, orillando el hecho de que, detrás de ella, late un proyecto de destrucción de la misma, una verdadera tarea de conquista del anonimato esencial del ser humano.


Gil-Albert: el placer de discurrir

Un arte de vivir es un volumen misceláneo, compuesto por anotaciones dispersas entre las cuales los aforismos tienen un papel destacado, donde Juan Gil-Albert (Alcoi, 1904-Valencia, 1994) "escribe, como si se tratara de un dietario personal", en palabras de Claudia Simón, aquellas reflexiones en bruto que luego darían pie, o no, a algunos de sus poemas, ensayos o artículos de prensa. Ese carácter primario, un tanto visceral, nos permite acceder a la intimidad del escritor desde una perspectiva nueva, la cual ya habíamos avizorado en su Breviarium vitae. Son sus disquisiciones, aun inspiradas en la España de su época, de total actualidad, plenamente vigentes, lo cual nos informa, para nuestro espanto, de lo poco que cambian algunas naciones por mucho que muden sus estructuras políticas, y para nuestro consuelo, de lo mucho que perviven los buenos textos cuando apuntan a lo esencial.


Hiram Barrios: "El aforismo es una suerte de épica posmoderna"

El Aforista entrevista a Hiram Barrios, a propósito del boom aforístico que está experimentando España en los últimos años. Barrios (nacido en 1983) es escritor, traductor y catedrático. Estudió Letras en la UNAM y es especialista en Literatura Mexicana por la UAM. Ha publicado cuentos, poemas, ensayos y traducciones para distintas revistas, periódicos y suplementos culturales de circulación nacional. Textos suyos han aparecido en revistas de Colombia, Venezuela, Argentina y España. Es autor de los libros El monstruo y otras mariposas (ensayo, 2013) y Apócrifo (aforismo, 2014). Como experto estudioso del aforismo, también es responsable de la antología de autores mexicanos titulada Lapidario (2015). Es profesor de arte y literatura en el Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México.


Los sofismas de Vicente Núñez

Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1926 - 2002) empezó a publicar sus peculiares 'sofismas' en octubre de 1987, y siguió haciéndolo prácticamente hasta su muerte en las páginas de los periódicos Córdoba y El Correo de Andalucía. Según indica Miguel Casado, "se trata de tiradas breves, que recogen en cada caso ocho o diez frases, sin una especial ordenación ni alguna clase de afinidad temática". Estos sofismas se recogieron en volumen en varias ocasiones: Sofisma (1994), Entimema (1997) o Sorites (2000). El propio Casado publicó la antología Nuevos sofismas (Germania, Alzira, 2001), en la cual agrupaba los aforismos por temas, a modo de diccionario extravagante; con ello muchas de las anotaciones se iluminaban entre sí, logrando una apariencia sistemática que tal vez no había buscado conscientemente el autor (lo cual no significa que no existiera). En El Aforista compartimos algunos de los aforismos de este libro que más nos han llamado la atención.


Karl Kraus: el artista es el Otro

En palabras del filósofo y aforista Miguel Catalán, "de la síntesis entre lo ético estético procede la importancia del aforismo que, a partir de 1905, irá dominando toda la escritura del austríaco Karl Kraus (28 de abril de 1874 - 12 de junio de 1936), pero que constituye también la forma secreta de toda su escritura. Canetti lo expresa indicando que en sus libros y discursos nunca existió un principio organizador dominante, sino que las frases aisladas (inatacables, perfectas) iban ensamblando, el modo de sillares, una Muralla China igualmente eficaz en todas sus partes. Quintaesencia de su estilo y de un ideario personal que intentaba unificar fondo y forma, el aforismo de Kraus presenta una densidad excepcional y unas aristas cortantes, cualidades que tanto influirían en el estilo de escritura de Ludwig Wittgenstein, Elias Canetti, Thomas Bernhard o Peter Handke". El Aforista publica una breve selección de los aforismos de Karl Kraus, extraídos de La tarea del artista (Casimiro, Madrid, 2011), con la pertinente autorización de su traductor y antólogo, el propio Catalán, a quien agradecemos su generosidad.


María Zambrano: la entraña del cielo

En el libro titulado Dictados y sentencias (Edhasa, Barcelona, 1999), Antoni Marí realizó una selección de frases entresacadas de las obras de María Zambrano, tal vez la autora más densa, honda y audaz del pensamiento español de todos los tiempos. La exigencia de claridad que la propia Zambrano planteaba como horizonte moral y conceptual de la filosofía se traduce en un estilo con sobreabundancia de expresiones rotundas, apodícticas, válidas por sí mismas aunque deudoras de una cosmovisión que las ilumina y dignifica. Es por ello que la operación desnaturalizadora de Marí, y en general de todas las antologías que destilan aforismos a partir de textos de otra naturaleza, encuentra en este caso una plena justificación, tanto filosófica como poética.