¿NO ES GÉNERO PARA JÓVENES?


José Luis Trullo.- "Sólo la vejez es lo suficientemente sabia como para escribir aforismos" advertía en Lenguaraz Erika Martínez. Reflexionemos un momento sobre esta idea, a partir de la constatación siguiente: de los autores que están protagonizando el boom del aforismo en la España del s. XXI, la inmensa mayoría tienen... más de 40 años. Incluso varios de ellos han publicado sus primeros libros de aforismos (Ramón Eder, Manuel Neila, Carmen Canet, Gregorio Luri, Ana Pérez Cañamares, José Luis Morante, Karmelo C. Iribarren, León Molina y un extenso etcétera) superada esa edad, en algunos casos de manera sobrada. A otros, como Eliana Dukelski o Benito Romero, podríamos incluirlos entre los maduros, más por actitud que por su edad. También es cierto que hay otros que aún no han alcanzado dicho umbral (entre otros, Aitor Francos, Azahara Alonso, Victoria León, Tirso Priscilo Vasconcelos, así como varios de los autores incluidos en la antología Seré bre). Incluso, en una decisión inusitada y de la cual dudo que haya precedente, la editorial La Isla de Siltolá ha convocado un concurso cuya primera cláusula es que los aforistas concurrentes sean... mayores de 45 años.

Uno puede humorizar sobre la motivación estricta de esta floración tardía: los ancianos tienen menos fuerza vital, ergo deben administrar sus fuerzas verbales... los jóvenes andan demasiado atareados en acumular experiencias como para esforzarse en destilar su plasmación literaria... Ambas tienen su parte de verdad parcial, con lo cual deben ocultar alguna explicación algo más compleja.

Lo cierto, en cualquier caso, es que no se trata de un fenómeno autóctono, ni mucho menos nacional, sino que puede constatarse en la propia tradición literaria. Los autores de los mejores aforismos del siglo XX (Cioran, Canetti, Ceronetti... vaya, todos empiezan por ce) no se interesaron por el género en su juventud, sino que lo fueron descubriendo, quizás de manera accidental, a medida que sumaban años. En ciertos casos, fue la lectura de los clásicos orientales la que indujo a los escritores más torrenciales a ir depurando su dicción, hasta casi el balbuceo; en este sentido, el caso del autor de El corazón secreto del reloj y El suplicio de las moscas resulta paradigmático. Tampoco se puede negar que hay aforistas natos, cuya vocación se revela a temprana edad (Pere Saborit o Felix Trull, hasta donde sabemos, llevan escribiéndolos, si se puede decir así, toda la vida). Sea como fuere, si nos atenemos a una proporción estrictamente estadística, los abuelos ganan por goleada a los nietos.

Es indudable que si algo caracteriza la expresión aforística es la contención, la eficiencia extrema, incluso la tacañería: hay que insinuar la máxima cantidad de significados en el menor número posible de vocablos, y esa destreza, casi esa economía de guerra, quiérase o no, se da de forma menos forzada en personas que peinan canas: son muchos años desenvolviéndose en sociedad, emitiendo y captando sutiles ironías, recurriendo a eufemismos cómplices, a la ambigüedad calculada para salir adelante en la jungla de asfalto... En cambio, la naturaleza silvestre y espontánea que se le supone a la muchachada prefiere la expansión, el derroche a manos llenas, ¡no hay futuro! (Sonrío al recordar que yo mismo, con 25 años, escribía poemas de ¡¡cinco páginas!!). Pero es que, además, al joven -salvo casos raros, por no decir patológicos- le horroriza la estrategia lateral: él es todo frontalidad, navega a pecho descubierto, quiere peligros, se exhibe, se expone, gesticula... En su desorientación teatral, la inmadurez tiene algo que repugna al aforismo más clásico -cosa distinta sería el experimental-, el cual, si no las tiene todas consigo, al menos sí que lo finge. Para el aforismo, además, la polisemia es una exigencia no sólo estilística, sino moral (dentro de ese "carácter cuántico" que le reconocía José Ramón González en Pensar por lo breve); y, sin abusar de los tópicos, se diría que el vértigo que supone aventurarse en el caosmos aforístico se adecúa mejor a los temperamentos curtidos por el tiempo... aunque, por supuesto, no en todos los casos y no siempre para bien.

Una causa no menor, aunque no tan llamativa, de que hayan coincidido en el tiempo los primeros libros de aforismos de tantos autores talluditos puede ser la labor de siembra que, durante los años noventa y la primera década del siglo XXI, desempeñaron colecciones de clásicos del género, como la impulsada por Edhasa, en la cual muchos pudimos leer por primera vez a autores tan señeros como Joubert o Lichtenberg y rescatar a otros como Max Aub. No se puede negar que la lectura regular de textos breves tiene cierto efecto de emulación sobre los autores menos decididamente orientados hacia un único género, como puede ser novelistas o dramaturgos; resulta explicable y comprensible que un poeta, cuyo espíritu siempre se muestra perceptivo a los estímulos verbales, acabe cultivando también el aforismo: de hecho, de la nómina aportada más arriba, no son pocos los autores que practican simultáneamente ambas formas de expresión (Morante, Iribarren, Pérez Cañamares, Molina, etc.), a los cuales podríamos añadir a Enrique Baltanás, Antonio Rivero Taravillo, Miguel Ángel Arcas, Jordi Doce o Carlos Marzal.

En definitiva, es un tema abierto al debate y a la reflexión. Tal vez no tenga la menor importancia, pero sí que llama poderosamente la atención la actual gerontocracia (dicho sea con la mayor de las simpatías) que se observa en el actual panorama aforístico español. Se admiten sugerencias.





Enciclopedia de libros españoles de aforismos

Inauguramos nueva sección, en la que vamos a empezar a recopilar los mejores aforismos de los libros escritos por autores nacidos o residentes en España, y publicados en nuestro país a partir del año 2010 en adelante. Lo hacemos para reunir en un único espacio virtual la más ingente cantidad de información posible sobre este tema, a modo de "enciclopedia" para su consulta por parte de cualquier interesado o estudioso en el futuro. Las primera obras que incorporamos son los libros de Carlos Marzal, Ana Pérez Cañamares, Manuel Neila, Victoria León, José Luis Morante, Ander Mayora, Jordi Doce, Dionisia García, Fernando Menéndez, Erika Martínez, Felix Trull, José Antonio Santano, Emilio López Medina, Carmen Canet, José Ángel Cilleruelo, Pedro Roso, Antonio Rivero Taravillo, Miguel Ángel Arcas, Gabriel Insausti y Mario Pérez Antolín, entre otros.


Hiram Barrios: "El aforismo es una suerte de épica posmoderna"

El Aforista entrevista a Hiram Barrios, a propósito del boom aforístico que está experimentando España en los últimos años. Barrios (nacido en 1983) es escritor, traductor y catedrático. Estudió Letras en la UNAM y es especialista en Literatura Mexicana por la UAM. Ha publicado cuentos, poemas, ensayos y traducciones para distintas revistas, periódicos y suplementos culturales de circulación nacional. Textos suyos han aparecido en revistas de Colombia, Venezuela, Argentina y España. Es autor de los libros El monstruo y otras mariposas (ensayo, 2013) y Apócrifo (aforismo, 2014). Como experto estudioso del aforismo, también es responsable de la antología de autores mexicanos titulada Lapidario (2015). Es profesor de arte y literatura en el Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México.


Pessoa: aprender a no ser nadie

La obra y la personalidad de Fernando Pessoa han sido sobradamente estudiadas, analizadas e incluso desmenuzadas desde que, en 1982, se diera a conocer uno de los títulos mayúsculos del siglo XX, su proteico y deforme Libro del desasosiego. La pluralidad y heterogeneidad del autor eran, no sólo conocidas, sino fomentadas por él mismo, así que sería ocioso abundar de nuevo en ello. Aun así, tal vez se haya incidido excesivamente en su gusto por los heterónimos desde la perspectiva de la multiplicación de la identidad personal, orillando el hecho de que, detrás de ella, late un proyecto de destrucción de la misma, una verdadera tarea de conquista del anonimato esencial del ser humano.


Gil-Albert: el placer de discurrir

Un arte de vivir es un volumen misceláneo, compuesto por anotaciones dispersas entre las cuales los aforismos tienen un papel destacado, donde Juan Gil-Albert (Alcoi, 1904-Valencia, 1994) "escribe, como si se tratara de un dietario personal", en palabras de Claudia Simón, aquellas reflexiones en bruto que luego darían pie, o no, a algunos de sus poemas, ensayos o artículos de prensa. Ese carácter primario, un tanto visceral, nos permite acceder a la intimidad del escritor desde una perspectiva nueva, la cual ya habíamos avizorado en su Breviarium vitae. Son sus disquisiciones, aun inspiradas en la España de su época, de total actualidad, plenamente vigentes, lo cual nos informa, para nuestro espanto, de lo poco que cambian algunas naciones por mucho que muden sus estructuras políticas, y para nuestro consuelo, de lo mucho que perviven los buenos textos cuando apuntan a lo esencial.


Los sofismas de Vicente Núñez

Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1926 - 2002) empezó a publicar sus peculiares 'sofismas' en octubre de 1987, y siguió haciéndolo prácticamente hasta su muerte en las páginas de los periódicos Córdoba y El Correo de Andalucía. Según indica Miguel Casado, "se trata de tiradas breves, que recogen en cada caso ocho o diez frases, sin una especial ordenación ni alguna clase de afinidad temática". Estos sofismas se recogieron en volumen en varias ocasiones: Sofisma (1994), Entimema (1997) o Sorites (2000). El propio Casado publicó la antología Nuevos sofismas (Germania, Alzira, 2001), en la cual agrupaba los aforismos por temas, a modo de diccionario extravagante; con ello muchas de las anotaciones se iluminaban entre sí, logrando una apariencia sistemática que tal vez no había buscado conscientemente el autor (lo cual no significa que no existiera). En El Aforista compartimos algunos de los aforismos de este libro que más nos han llamado la atención.


Karl Kraus: el artista es el Otro

En palabras del filósofo y aforista Miguel Catalán, "de la síntesis entre lo ético estético procede la importancia del aforismo que, a partir de 1905, irá dominando toda la escritura del austríaco Karl Kraus (28 de abril de 1874 - 12 de junio de 1936), pero que constituye también la forma secreta de toda su escritura. Canetti lo expresa indicando que en sus libros y discursos nunca existió un principio organizador dominante, sino que las frases aisladas (inatacables, perfectas) iban ensamblando, el modo de sillares, una Muralla China igualmente eficaz en todas sus partes. Quintaesencia de su estilo y de un ideario personal que intentaba unificar fondo y forma, el aforismo de Kraus presenta una densidad excepcional y unas aristas cortantes, cualidades que tanto influirían en el estilo de escritura de Ludwig Wittgenstein, Elias Canetti, Thomas Bernhard o Peter Handke". El Aforista publica una breve selección de los aforismos de Karl Kraus, extraídos de La tarea del artista (Casimiro, Madrid, 2011), con la pertinente autorización de su traductor y antólogo, el propio Catalán, a quien agradecemos su generosidad.


María Zambrano: la entraña del cielo

En el libro titulado Dictados y sentencias (Edhasa, Barcelona, 1999), Antoni Marí realizó una selección de frases entresacadas de las obras de María Zambrano, tal vez la autora más densa, honda y audaz del pensamiento español de todos los tiempos. La exigencia de claridad que la propia Zambrano planteaba como horizonte moral y conceptual de la filosofía se traduce en un estilo con sobreabundancia de expresiones rotundas, apodícticas, válidas por sí mismas aunque deudoras de una cosmovisión que las ilumina y dignifica. Es por ello que la operación desnaturalizadora de Marí, y en general de todas las antologías que destilan aforismos a partir de textos de otra naturaleza, encuentra en este caso una plena justificación, tanto filosófica como poética.