José Luis Morante.- Muy pocos meses después de conseguir el Premio José Luis Hidalgo de Poesía, Ricardo Virtanen sigue diversificando trayecto creador para alojar sus aforismos iniciales, fechados entre 2001 y 2005, en El funambulista ciego. Es un dato de interés porque convierte al profesor y músico madrileño en uno de los practicantes pioneros de la intensa crecida aforística contemporánea, en la que ha dejado las entregas Pompas y circunstancias (2008), y Laberinto de efectos (2014), libros a los que no tardará en sumarse el volumen Bazar de esquirlas.
Luis Martínez de Velasco, pensador y ensayista, firma un prólogo donde emprenden vuelo algunas consideraciones que recuerdo aquí. Sistematiza el quehacer fragmentario de Virtanen en la orilla del esqueje verbal filosófico, en los entrelazados de un sistema de pensamiento que nunca se aleja del quehacer existencial y sus contingencias. El sujeto se ubica ante el espejo del lenguaje para acometer un denso proceso introspectivo. Viaja hacia dentro. De ese percibirse interior emerge un impulso que pretende captar los estratos aleatorios de la conciencia. Su conocimiento no siempre suma; a veces cosecha espejismos y autoengaños, y otras veces deja en la voz que enuncia un estado de desencanto y desolación; la vida es una invitación a la incertidumbre.
No sorprende, por tanto, que Ricardo Virtanen emprenda senda con una cita de G. C. Lichtenberg: “Y, sin embargo, el hombre es lo que piensa y no lo que dice”; con ese norte arranca su particular metafísica de los sentidos, sin otra pretensión que mantener un paso de humildad y coherencia, que confunda sus ecos con la pisada inadvertida del hombre de la calle: “Hay pocas vidas interesantes. La mía no es una excepción”; “No hay mucho que decir. Pero digámoslo”, “Mi biografía está escrita. No hace falta más que vivirla”.
Sin un orden prefijado, los aforismos crecen por acumulación, como si ensancharan límites de un espacio mudable en el que se cobijan las luces y sombras de la conciencia. En ellas, el tiempo se convierte en enigma abierto en el que la identidad del sujeto se diluye. Es esplendor y nada, porque el trayecto vital va erosionando la existencia, en un inadvertido presente continuo.
Una y otra vez el pensamiento regresa a las grietas conocidas, abre puertas, deambula, moldea las claves de una realidad fungible que alcanza en la muerte cumplimiento y destino: “Al pensar en la muerte se me nubla la vista”, “Me siento rodeado de muerte. Soy apenas isla”, “Mi muerte está escrita con residuos de mi conciencia”. De esa sensibilidad en vela nacen los estados de vigilia. Muestra en la aurora una difusa sombra de esperanza en la que lo diario adquiere sentido, como lejanos astros que marcan en el cielo su estar solo, el largo itinerario desde el sueño a la realidad.
El carácter orgánico del libro construye vértices argumentales de diversa extensión, aunque nunca con moldes cerrados. Resulta así una entrega en capítulos, que aglutina desacuerdos y paradigmas, experiencias vitales y paradojas: “Para creer en algo debemos tener la razón desactivada”, “En el sentimiento de culpa hay cierto ánimo de venganza contra uno mismo”, “Que el hombre sea la medida de todas las cosas no es un asunto del todo tranquilizador para las especies”, “Todo lo que ocupa un espacio no es pensamiento”,“Una certeza siempre se contempla desde la duda razonable. Por lo que ya no es tal certeza”.
El apartado “Ars Artis” traza circunvoluciones en torno a la perspectiva teórica de “El arte por el arte” que tanta controversia animó en los idearios estéticos del pasado siglo”; Virtanen se aleja de los postulados teóricos para dejar precisos trazos en torno al utilitarismo, la belleza, el papel del creador y la vigencia de las cualidades artísticas, con un evidente espíritu racionalista que observa los parámetros artísticos como actividades esenciales del ser. Como Nietzsche, admite que no existen hechos sino interpretaciones y por tanto descree de los dogmas siempre superados por el devenir. Casi complementario a esta indagación resulta el apartado “La linterna del creador” que alude a gestos, actitudes, cualidades y ese empeño en aceptar, borrar, reescribir la página en pos de airear la esencia creadora que oculta una poética.
Como grato homenaje a los predecesores, la coda aforística “El talón del sastre” aglutina una paleta de pinceladas literarias. En ellas aglutina humor, conocimiento biográfico, afán didáctico y ese fulgor de los momentos álgidos del trayecto creador. Así da vida a un teatrillo de sombras en el que se mueven las sombras del libro que el tiempo no ha oscurecido, que dan solidez a “la idea en el hecho” mostrando vínculos estéticos y la perseverancia de las palabras: “Pedro Salinas se pensó futurista y acabó enamorado”, “No deja de sorprenderme nunca ese clasicismo vestido de vanguardia tan celebrado por Gerardo Diego”, “A Cernuda le espantaban los espejos de la conciencia”, “Borges pasó demasiado rápido de las metáforas inusuales al adjetivo apocalíptico”.
En un breve lapso temporal de poca más de una década el aforismo ha multiplicado títulos y enfoques. Se ha cimentado el género con una codificación esencial que exige al decir breve síntesis, claridad, transparencia y sentido, más allá de lo obvio. Enlaza poesía y pensamiento y en su leve apariencia encierra la capacidad de asombro. Así se manifiesta en los repechos argumentales de El funambulista ciego. Ricardo Virtanen construye una reflexión reposada, que aborda los merodeos del pensamiento en torno al tiempo, y al proceso de despojamiento que nos hace dueños de una habitación casi vacía, una memoria en la que no faltan los territorios perdidos, la sensación de que cualquier paso es provisional, como esas luces y sombras de la conciencia que parecen sombras chinescas; el aleatorio resplandor de una vela que busca en el pensamiento un poco de luz.
Ricardo Virtanen, El funambulista ciego. Amargord Ediciones, Madrid, 2019.
Enciclopedia de libros españoles de aforismos
Inauguramos nueva sección, en la que vamos a empezar a recopilar los mejores aforismos de los libros escritos por autores nacidos o residentes en España, y publicados en nuestro país a partir del año 2010 en adelante. Lo hacemos para reunir en un único espacio virtual la más ingente cantidad de información posible sobre este tema, a modo de "enciclopedia" para su consulta por parte de cualquier interesado o estudioso en el futuro. Las primera obras que incorporamos son los libros de Carlos Marzal, Ana Pérez Cañamares, Manuel Neila, Victoria León, José Luis Morante, Ander Mayora, Jordi Doce, Dionisia García, Fernando Menéndez, Erika Martínez, Felix Trull, José Antonio Santano, Emilio López Medina, Carmen Canet, José Ángel Cilleruelo, Pedro Roso, Antonio Rivero Taravillo, Miguel Ángel Arcas, Gabriel Insausti y Mario Pérez Antolín, entre otros.
Los aforistas que se ocupan de Dios
Una somera lectura de los libros publicados en España en los últimos años, y ciñéndonos exclusivamente al siglo XXI, nos permite afirmar, de manera taxativa, que los aforistas españoles vivos, contra la impresión apresurada, sí se ocupan de Dios. A propósito de la publicación de la antología Las cosas que no son. Los aforistas y Dios por parte de Libros al Albur, reunimos un puñado de aforismos sobre Dios escritos por Juan Kruz, José Luis García Martín, Gregorio Luri o Jesús Cotta, entre muchos otros.
De poetas a aforistas
Iniciamos en El Aforista una ronda de entrevistas con poetas que, en un momento dado, empezaron a cultivar el género más breve, hasta incorporarlo a su quehacer cotidiano. Contribuyen Ana Pérez Cañamares, León Molina, José Luis Morante, Raquel Vázquez, Karlos Linazasoro y Erika Martínez, entre otros.
Cioran: la pausa del espíritu
Émil Cioran fue uno de los escritores más personalmente antihumanistas del s. XX. Nacido en Rumanía, hijo -como Nietzsche- de un pastor, recaló en París hasta su muerte, renegando de todos los rebaños. Sus libros, justamente célebres por su pesimista visión de la existencia, poseen una bella melancolía que los salva de la insulsa salmodia quejica. En ellos, además, encontramos muchos de los aforismos más redondos de la filosofía reciente; herederos, en parte, de los del Schopenhauer de Parerga y Paralipomena, así como de los textos breves de Lichtenberg y Kierkegaard, abordan de manera acerada y cruel algunos de los temas lacerantes de nuestra condición humana: la plenitud imposible, la muerte, el fracaso, la historia y sus pesos, la poesía y sus contrapesos... En El Aforista nos hacemos eco de algunos de los reunidos en El ocaso del pensamiento (1940), uno de sus títulos formalmente más equilibrados y austeros, si es que se pueden usar dichos epítetos en un autor tan decididamente desmesurado.
Los aforistas y la paternidad
¿Qué queda de la paternidad en el siglo XXI? ¿Hay todavía hombres que la vivan como un hecho gozoso y crucial de sus existencias, incluso como una suerte de “bautismo” personal? Con el objetivo de aportar alguna luz a este asunto, capital en la vida de todo hombre, Libros al Albur ha invitado a varios aforistas a aportar sus textos donde dejan constancia de su experiencia personal al respecto, lo cual ha dado como fruto Fili Mei. Los aforistas y Dios, una antología que verá la luz en breve. Publicamos un breve adelanto en exclusiva.
Pessoa: aprender a no ser nadie
La obra y la personalidad de Fernando Pessoa han sido sobradamente estudiadas, analizadas e incluso desmenuzadas desde que, en 1982, se diera a conocer uno de los títulos mayúsculos del siglo XX, su proteico y deforme Libro del desasosiego. La pluralidad y heterogeneidad del autor eran, no sólo conocidas, sino fomentadas por él mismo, así que sería ocioso abundar de nuevo en ello. Aun así, tal vez se haya incidido excesivamente en su gusto por los heterónimos desde la perspectiva de la multiplicación de la identidad personal, orillando el hecho de que, detrás de ella, late un proyecto de destrucción de la misma, una verdadera tarea de conquista del anonimato esencial del ser humano.
Gil-Albert: el placer de discurrir
Un arte de vivir es un volumen misceláneo, compuesto por anotaciones dispersas entre las cuales los aforismos tienen un papel destacado, donde Juan Gil-Albert (Alcoi, 1904-Valencia, 1994) "escribe, como si se tratara de un dietario personal", en palabras de Claudia Simón, aquellas reflexiones en bruto que luego darían pie, o no, a algunos de sus poemas, ensayos o artículos de prensa. Ese carácter primario, un tanto visceral, nos permite acceder a la intimidad del escritor desde una perspectiva nueva, la cual ya habíamos avizorado en su Breviarium vitae. Son sus disquisiciones, aun inspiradas en la España de su época, de total actualidad, plenamente vigentes, lo cual nos informa, para nuestro espanto, de lo poco que cambian algunas naciones por mucho que muden sus estructuras políticas, y para nuestro consuelo, de lo mucho que perviven los buenos textos cuando apuntan a lo esencial.
Hiram Barrios: "El aforismo es una suerte de épica posmoderna"
El Aforista entrevista a Hiram Barrios, a propósito del boom aforístico que está experimentando España en los últimos años. Barrios (nacido en 1983) es escritor, traductor y catedrático. Estudió Letras en la UNAM y es especialista en Literatura Mexicana por la UAM. Ha publicado cuentos, poemas, ensayos y traducciones para distintas revistas, periódicos y suplementos culturales de circulación nacional. Textos suyos han aparecido en revistas de Colombia, Venezuela, Argentina y España. Es autor de los libros El monstruo y otras mariposas (ensayo, 2013) y Apócrifo (aforismo, 2014). Como experto estudioso del aforismo, también es responsable de la antología de autores mexicanos titulada Lapidario (2015). Es profesor de arte y literatura en el Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México.
Los sofismas de Vicente Núñez
Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1926 - 2002) empezó a publicar sus peculiares 'sofismas' en octubre de 1987, y siguió haciéndolo prácticamente hasta su muerte en las páginas de los periódicos Córdoba y El Correo de Andalucía. Según indica Miguel Casado, "se trata de tiradas breves, que recogen en cada caso ocho o diez frases, sin una especial ordenación ni alguna clase de afinidad temática". Estos sofismas se recogieron en volumen en varias ocasiones: Sofisma (1994), Entimema (1997) o Sorites (2000). El propio Casado publicó la antología Nuevos sofismas (Germania, Alzira, 2001), en la cual agrupaba los aforismos por temas, a modo de diccionario extravagante; con ello muchas de las anotaciones se iluminaban entre sí, logrando una apariencia sistemática que tal vez no había buscado conscientemente el autor (lo cual no significa que no existiera). En El Aforista compartimos algunos de los aforismos de este libro que más nos han llamado la atención.
Karl Kraus: el artista es el Otro
En palabras del filósofo y aforista Miguel Catalán, "de la síntesis entre lo ético estético procede la importancia del aforismo que, a partir de 1905, irá dominando toda la escritura del austríaco Karl Kraus (28 de abril de 1874 - 12 de junio de 1936), pero que constituye también la forma secreta de toda su escritura. Canetti lo expresa indicando que en sus libros y discursos nunca existió un principio organizador dominante, sino que las frases aisladas (inatacables, perfectas) iban ensamblando, el modo de sillares, una Muralla China igualmente eficaz en todas sus partes. Quintaesencia de su estilo y de un ideario personal que intentaba unificar fondo y forma, el aforismo de Kraus presenta una densidad excepcional y unas aristas cortantes, cualidades que tanto influirían en el estilo de escritura de Ludwig Wittgenstein, Elias Canetti, Thomas Bernhard o Peter Handke". El Aforista publica una breve selección de los aforismos de Karl Kraus, extraídos de La tarea del artista (Casimiro, Madrid, 2011), con la pertinente autorización de su traductor y antólogo, el propio Catalán, a quien agradecemos su generosidad.
María Zambrano: la entraña del cielo
En el libro titulado Dictados y sentencias (Edhasa, Barcelona, 1999), Antoni Marí realizó una selección de frases entresacadas de las obras de María Zambrano, tal vez la autora más densa, honda y audaz del pensamiento español de todos los tiempos. La exigencia de claridad que la propia Zambrano planteaba como horizonte moral y conceptual de la filosofía se traduce en un estilo con sobreabundancia de expresiones rotundas, apodícticas, válidas por sí mismas aunque deudoras de una cosmovisión que las ilumina y dignifica. Es por ello que la operación desnaturalizadora de Marí, y en general de todas las antologías que destilan aforismos a partir de textos de otra naturaleza, encuentra en este caso una plena justificación, tanto filosófica como poética.