El aforismo español no deja de dar señales de vigor, y la editorial Renacimiento especialmente de su apuesta por el género. Tras la recientísima publicación de El oráculo irónico, de Ramón Eder, ve la luz Línea de fuego, el primer libro de aforismos de Javier Puche, autor hasta ahora consagrado en especial a la narrativa breve.
Ante todo, cabe dar la bienvenida al aforismo a un nuevo escritor procedente de las orillas de otras formas literarias; con ello, queda de nueva constatada la hospitalidad del género más breve, si bien hasta ahora abrevaba especialmente de las aguas de la poesía. Sin embargo, no es el aforismo pucheano especialmente afín a las formas narrativas; de hecho, se atiene estrictamente al canon más ortodoxo (desde Jules Renard hasta Rafael Pérez Estrada, pasando por Karl Krauss), el cual demuestra conocer y manejar con soltura.
Encontramos en Línea de fuego, sobre todo, aforismos de un alto grado de contención verbal, con apenas concesiones al chiste fácil y el retruécano que tanto daño han hecho y siguen haciendo al aforismo: "La vida es un accidente a cámara lenta", "Para no avasallar, evito escribir obras maestras", "Matarse es perder el tiempo"... Por supuesto que también encontramos aforismos intrascendentes, meras bromas sin mayor recorrido ("Añoro mi condición animal. Tengo mono de ser mono", "Escribir con cerveza es escribeer"), pero son los menos. Sí que destacan algunos por su especial fortuna: "Antes de nacer, fuimos aquella mirada de nuestros padres", "Me vigila implacable el anciano que seré", "Vivir lento es mi manera de ser árbol"...
Hay también en el libro espacio para la reflexión de hondo calado sobre los grandes conceptos de siempre (el tiempo, la muerte, el presente, el sueño, la escritura), si bien adolecen los aforismos a ellos consagrados de cierta redundancia, llegando a aburrir. Por suerte, el autor sabe cambiar de marcha antes de que se gripe el motor de la lectura, y llegamos sanos y salvos al final del libro con la sensación de encontrarnos ante un título equilibrado, sin grandes sorpresas ni disgustos, enriquecido además con las magníficas ilustraciones de Riki Blanco.
En definitiva, un libro perfecto en lo que tiene de epocal y datado, paradigmático por así decir, pues se ajusta perfectamente al perfil aforístico en vigor, sin abrir nuevos horizontes pero sin incurrir tampoco en errores de bulto. Bienvenido, pues, Javier, y esperamos tu nuevo libro de aforismos.
José Luis Trullo
Aforistas españoles vivos
Como un suculento y nutricio menú degustación ha sido mi lectura de este Aforistas españoles vivos que Libros al Albur ha puesto al alcance de los lectores aficionados al género. Un espléndido menú de once platos sabiamente combinados en los que, en variadas dosis y tiempos de cocción, y picando de aquí de y de allá, se paladean todos los sabores conocidos, si bien, al menos para quien esto suscribe y acaso producto de los tiempos que corren, lo ácido y lo amargo se llevan la palma.
De los aforismos de Lichtenberg, que tradicionalmente han conocido una excelente acogida en el mercado editorial español, existen tres ediciones distintas, publicadas por Edhasa, Cátedra y Fondo de Cultura Económica. Este volumen publicado por Hermida Editores, el primero de la obra completa que ahora se publica en traducción de Carlos Fortea y prólogo de Jaime Fernández, recoge los tres primeros cuadernos según la edición canónica publicada en alemán, con lo cual nos encontramos ante una novedad de importancia dentro del género en español.
Ilusión y verdad del arte, de Nietzsche
Ilusión y verdad del arte es una antología de pensamientos de Friedrich Nietzsche en torno al tema de la ilusión y la autenticidad en el arte. Escogidos, traducidos y prologados por Miguel Catalán, dan una visión panorámica de las ideas del filósofo alemán sobre la función y el sentido del arte en la vida humana. Aunque el orden de los textos es temático y no temporal, por estas páginas van pasando ante los ojos del lector las distintas fases del pensamiento de Nietzsche hasta los casi desconocidos fragmentos póstumos.
Reflexiones del señor Z. no es un libro de aforismos, en el sentido clásico del término: sus 259 textos, más o menos breves todos ellos, encajan mal con la aspiración más o menos moral, más o menos sapiencial, del lapidario género más breve. Aquí, unos llevan a otros, como cuentas distintas de un mismo collar. Reflexiones del señor Z. tampoco es un libro de microrrelatos, entendidos como lentejuelas narrativas que brillan un momento, cuando incide sobre ellas la luz de la lectura, y luego se apaga. En este caso, la luz rebota y va dando saltos, sin encontrar un posadero al final.
La ventana invertida, del filósofo y mago Miguel Catalán, no es su primer libro. Ni es el primer libro suyo que leo. A Catalán, como a mí, le gusta lo breve. Seguramente, al igual que yo, lo ha leído todo. Sin duda es un lector exhaustivo, pero se queda con lo nuclear, lo contundente, lo esencial. Y todo ello le inspira lo propio. Esta “ventada invertida” lo presupone. Se nota que tiene un gran dominio de la concisión, al menos para expresar sus pensamientos por escrito. Y yo se lo agradezco profundamente. Esta ventana suya nos ofrece las reflexiones que se hace a sí mismo sobre su entorno más interno y externo.